San Valentín me trae siempre un extraño recuerdo. Llevaba tres meses saliendo con una chica llamada Jana. Nos veíamos par de veces en semana, al menos una de las noches la pasábamos juntos. Todo bastante normal. Entonces llegó el día de San Valentín, que es algo complicado cuando uno no lleva mucho tiempo saliendo con alguien. El caso es que le compré un arreglo pequeño de flores, nada que la pudiera intimidar, y le dije que nos viéramos para almorzar. Nos encontramos en un restaurante y lo pasamos bien. Yo me sentía muy contento ya que llevaba unos cuantos años sin realmente celebrar ese día. Por fin lo celebraba como todo el mundo.
Pues al salir del restaurante, en el estacionamiento le entrego el arreglito de flores. Y ella me dice, "no". Yo me quedé sin saber que hacer o decir ante algo tan abrupto. "No puedo aceptarlo." Yo le dije, "es solo un arreglito."Ella me dijo "No. deja de insistir." Me dijo adiós y me dejó en el estacionamiento con el arreglo en mano. Nunca me había sentido tan loser en mi vida. El rechazo fue algo que me dejó inmóvil. A lo lejos vi par de chicas que me miraban, con una sonrisa de esas de pena. Era uno de esos que provocan lástima.
Llevé el arreglo a mi carro. Cuando iba esa noche a casa pensé botarlo. Pero no lo hice. Seguí con mi arreglo hasta mi apartamento y lo coloqué en la cocina. Por alguna razón me daba pena conmigo y con el pobre arreglito no querido. En cierta manera éramos iguales. Abrí una cerveza, comí un emparedado de take out y luego me puse a leer un libro de poesía, buscando en los grandes poetas un alivio de lo que había pasado en el día. No me acuerdo mucho más. Me imagino que me dormí temprano.
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